El nivel alcanzado por la inteligencia artificial nos enfrenta a nuevas cuestiones éticas: ¿cómo promover el desarrollo tecnológico a escala humana? Call to action (llamada a la acción) para desarrolladores e innovadores del mundo digital. Un horizonte que nos concierne a todos.
Junio de 2023, Instituto Universitario Sophia: en la pantalla del Aula Magna, una presentadora digital abre elegantemente el seminario “Hacia un juramento digital / Towards a Digital Oath”. Estamos cruzando un umbral: los preparativos comenzaron hace algún tiempo, pero la aceleración de los últimos meses dice algo nuevo.
Promovido por una plataforma de protagonistas -el centro de investigación Sophia Global Studies, el Movimento Politico per l’Unità, NetOne, New Humanity y Digital Oath-, la cita pretende abordar los temas más urgentes del mundo digital desde diferentes perspectivas: filosófica, tecnológica, ética, social, política, hasta debatir la propuesta de un “juramento” que podría representar para los profesionales del mundo digital un análogo del Juramento Hipocrático para los médicos. ¿Dónde surge esta necesidad? ¿Con qué objetivos?
El mundo tecnológico tiende a cambiar rápidamente y, cada vez con más frecuencia, a una velocidad superior a nuestra capacidad de adaptación. La complejidad de las máquinas y sistemas que estructuran la realidad afecta no solo nuestra forma de vida, sino también la forma en que vemos el mundo y pensamos en el futuro. El nivel alcanzado por las “inteligencias artificiales” – IA, ve surgir, junto al entusiasmo por sus capacidades operativas, una preocupación general por las nuevas posibilidades que abren estos sistemas y los efectos que pueden derivar de su uso malicioso.
La reciente difusión de ChatGPT (noviembre de 2022) y todos sus derivados ha acercado masivamente la IA a nuestra vida cotidiana, dando lugar a nuevas preguntas de sentido vinculadas a la comprensión de lo que es humano y lo que no lo es.
En el panorama mundial, la evolución de estos dispositivos ha producido cierta desorientación, no sólo porque su uso aparece al alcance de todos, sino sobre todo porque demuestran que hacen algo que antes era prerrogativa de los seres humanos, con capacidades cuantitativamente superiores. El hecho de que nos encontremos ante sistemas que no son “inteligentes” en el sentido humano del término y que gestionan su base de conocimientos mediante cálculos estadísticos no cambia el resultado final: la sensación de no ser ya los autores de opciones fundamentales, cuestionados por las máquinas que son un poco menos “herramientas” y un poco más “compañeros de trabajo”.
A estas preguntas, el seminario “Hacia un juramento digital / Towards a Digital Oath” agregó un tema central: cuestionarse sobre la ética de las tecnologías es cuestionar lo humano. De hecho, es opinión de muchos considerar el desarrollo tecnológico como la actividad humana que más nos caracteriza.
Efectivamente, las tecnologías digitales, y la IA en particular, son las que más reflejan, como en un espejo, nuestra forma de ser y entender la existencia. Las crisis del siglo pasado (valores, medioambiental, social y política) están íntimamente relacionadas con ellas y nos dicen que el desarrollo tecnológico debe ir acompañado de un compromiso educativo igualmente decidido, para que cualquier forma de progreso pueda estar guiada por una conciencia ética más profunda. El sentido de un “juramento” para el mundo digital va exactamente en esta dirección.
El programa del seminario de principios de junio reunió a expertos cualificados (link al programa). Después de una primera visión general de las tecnologías digitales actuales, el debate exploró los riesgos y las regulaciones asociadas a su uso en Italia y en la Unión Europea, en los EE. UU., en Brasil y en China, entrelazando soluciones tecnológicas con cuestiones políticas, reflexiones filosóficas con fenómenos sociales.
«Es necesario hacer visible y suscribir un compromiso concreto y universalmente compartido – explica Fadi Chehadé, ex director ejecutivo de ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) y promotor del “juramento” por una ética del mundo digital, profesor invitado en el Instituto Sophia, con el que los desarrolladores, técnicos y usuarios de tecnologías digitales pueden anclar firmemente su trabajo en un enfoque centrado en el ser humano».
Fadi Chehadé acompaña las primeras etapas del camino desde noviembre de 2019, cuando un primer grupo se reunió en Trento (Italia) para dar forma al proyecto. Posteriormente, el grupo promotor involucró a académicos de varios países y participó en la consulta pública promovida por la ONU para el Pacto Mundial Digital 2024.
Hoy el propósito del Juramento Digital es preciso: sugerir lineamientos y motivar éticamente a los desarrolladores e innovadores del mundo digital a enfocarse en la dignidad y calidad de vida de las personas y comunidades, el sentido humano de la existencia, el respeto por los derechos fundamentales y el medio ambiente.
“La propuesta de traducir, por así decirlo, el Juramento Hipocrático para el mundo digital – recordaron los impulsores del congreso – ya ha surgido en varios estudios internacionales, que subrayan la urgencia del tema y la responsabilidad de quienes crean y gestionan lo digital y gestionan datos. El pensamiento no va solo a las nuevas redes neuronales sino también a las redes sociales, o criptomonedas… Nuestro trabajo se suma al de otras redes: ahora es necesario unir fuerzas para una coalición entre las universidades, el sector privado y las organizaciones comprometidas con la redacción de un código de ética, un protocolo de autorregulación del que se puedan beneficiar las personas, la sociedad y el medio ambiente”.
En el nuevo sitio de Digital Oath hay una redacción inicial del juramento disponible para todos y las firmas están llegando; el texto está abierto a sugerencias y modificaciones con elaboración progresiva. Próximamente, el sitio incluirá también las grabaciones y documentos del Seminario. Aunque el camino sea ciertamente cuesta arriba, somos muchos los que caminamos: es un horizonte que nos concierne a todos.
Andrea Galluzzi
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