Anna Maria Panarotto – “Mamme no PFAS”, Véneto, Italia
Photo by Thomas Klann – Copyright CSC Audiovisivi
El grupo “Mamme no PFAS” (“Madres no PFAS”) surgió en la región del Véneto a principios de 2017 cuando salió a la luz que un importante acuífero, el segundo más grande de Europa y el primero de Italia, había sufrido una grave contaminación del agua debido al derramamiento de sustancias perfluoroalquiladas, o PFAS, por parte de una empresa química situada en la zona de recarga del acuífero, desde hacía más de 40 años, hasta el punto de envenenarlo totalmente.
En el 2017, cuando la autoridad sanitaria pública ordenó el control en el municipio, los valores detectados fueron como navajas que hirieron profundamente a todas las familias: frente a un valor máximo tolerado de 8 ng/ml, los resultados oscilaron entre 90 y 300, incluso 1000 ng/ml.
Cuatro madres preocupadas y enfadadas se encontraron para compartir su dolor. La rabia pronto fue sustituida por la determinación de hacer algo como madres y ciudadanas. Yo soy una de ellas y me preguntaba cómo había podido ocurrir semejante desastre ante nuestros ojos. Lo primero que había que hacer era averiguar lo que había ocurrido; empezamos a estudiar toda la documentación disponible y descubrimos que era pública desde hacía mucho tiempo, por lo que estaba a disposición de las instituciones, pero hasta entonces no se había pensado en alertar a la población. Ya en 1966, la empresa producía sustancias impermeabilizantes para innumerables productos de uso cotidiano, y los residuos de procesamiento, altamente tóxicos, bioacumulables e indestructibles, se habían ganado el título de “veneno perfecto”: invisibles pero que penetran en nuestros tejidos, actuando como disruptor endocrino y provocando problemas de tiroides, aumento del colesterol y reducción de la fertilidad masculina y femenina.
La capa freática ya está contaminada y lo estará durante al menos 50 años; el agua fluye y, por tanto, el agua contaminada de los ríos y arroyos también ha regado el campo y abastece a las granjas de animales, de modo que los PFAS han entrado en la cadena alimentaria.Había mucha frustración, también porque se vislumbraba un camino difícil, con evidentes intereses ocultos. Sin embargo, Chiara Lubich me había transmitido una idea elevada de la política y la economía, a la que los ciudadanos, incluso las familias, deben contribuir activamente. Por eso, apoyada por tantos que comparten esta visión, he trabajado mucho y sigo haciéndolo.
Nuestro grupo se llama “Mamme no PFAS-genitori attivi” (Madres no PFAS-Padres activos) y cuenta con varios miles de madres y padres en toda la “zona roja”: 32 municipios de la zona donde la alarma es más grave. Con la documentación en la mano, empezamos a reunirnos con nuestros representantes en las instituciones, en primer lugar los alcaldes, los consejeros regionales, el Presidente de la Región del Véneto y el Ministro de Medio Ambiente. Las reuniones fueron transparentes: sabíamos qué pedirles y no nos sentíamos inferiores, más bien decididas a ponernos a su lado ante un problema tan grave.
En octubre del 2017 el primer gran evento público en la localidad más afectada; participaron más de 10 mil personas, 50 alcaldes, así como los presidentes de la Provincia de Vicenza y Verona. Contamos con el patrocinio de 120 municipios. A raíz de esta movilización, nuestra petición de agua limpia hizo que los responsables de las plantas de distribución instalaran una serie de filtros, mientras que la Región del Véneto puso límites a la presencia de PFAS en el agua.
Pero era evidente que el diálogo entre las partes era extremadamente difícil, sobre todo cuando se trataba de personas de distintos bandos. Por ejemplo, un tema tan importante como la construcción de nuevos acueductos no avanzaba por el constante traspaso de responsabilidades entre la región y el ministerio; sin embargo, nos decían que nos pusiéramos de acuerdo en las decisiones a tomar. Para desbloquear la situación, promovimos una reunión en el Ministerio, incluso con nuestra presencia, al estilo de las madres sentadas alrededor de una mesa con sus hijos. Pasamos horas hablando, discutiendo y mediando, hasta que se llegó a un acuerdo y cada organismo asumió compromisos precisos que fueron financiados.
Desde el principio, también nos hemos ocupado de las normativas europeas sobre el agua de consumo humano, un tema que ya se está debatiendo en el Parlamento Europeo, donde un grupo de nosotros pudo ir en el 2018 a una rueda de prensa y poder hablar con muchos eurodiputados de todos los grupos. Después de Bruselas, también estuvimos en Estrasburgo cuando se votaron algunas mociones importantes. Recordaremos ese viaje como un revés: la moción que se aprobó elevaba los límites de PFAS en el agua… Durante esas semanas, también pudimos producir un breve vídeo, que enviamos por correo electrónico a los ministros del Medio Ambiente de la UE: una comunicación sencilla, en la que 30 familias dirigían un mensaje directo y personal a cada ministro.
Una luz en esos meses difíciles fue la carta que recibimos del Papa Francisco, en la que nos escribía, entre otras cosas: “…prosigan con paciencia y perseverancia en la búsqueda de buenos caminos para resolver el problema”. Paciencia y perseverancia: redescubrimos estos dones que nos vienen de ser madres. La experiencia nos enseña que esta es nuestra mejor arma: de hecho, en los últimos años todos nos han recibido, sin intermediarios, encontrando una consideración cuidadosa. Hoy en día, a nivel regional, estamos comprometidos con la recuperación del lugar contaminado. Somos el único grupo de la sociedad civil acreditado en la Conferencia de Servicios y en la mesa técnica, y nos parece especialmente importante, porque es la ética (la misma ética de nuestra vida cotidiana que busca el bien por encima de todo) la que debe guiar también las opciones industriales y políticas. No podemos dejarnos subyugar por terribles chantajes, como el de la salud y el trabajo. El juicio por desastre medioambiental contra la empresa química Miteni comenzó hace dos años; en mayo de 2021 el juez envió a juicio a 15 directivos de las distintas multinacionales que se han sucedido a lo largo de los años, y el próximo mes de julio comenzará el que ha sido calificado como el mayor juicio nacional por contaminación. Mientras tanto, también participamos en la mesa técnica (¡que también conseguimos con una sentada!) con el Ministerio de Sanidad, el Instituto Superior de Protección e Investigación Ambiental, Confindustria, Federchimica, WWF y… Mamme no PFAS. La petición de establecer límites cercanos a cero a las descargas altamente contaminantes es un punto fundamental para que, también a nivel nacional, cambiemos nuestra visión, porque la contaminación que hemos tenido en el Véneto se está produciendo a mayor escala en otras regiones.
Por último, está la colaboración con otros grupos que hemos conocido a lo largo de los años, que están tan comprometidos como nosotros con el tratamiento de situaciones graves de inestabilidad: por eso, después de haber estado en Taranto, nació la red “Mamme da nord a sud”, que hoy reúne a 50 asociaciones de todas las regiones de Italia. Estar juntos es esencial para compartir las heridas de nuestros territorios, pero también para tener más fuerza y mirar al futuro, para cambiar las cosas.
Esta experiencia fue presentada durante la convención internacional CO-GOVERNANCE corresponsabilità nelle città oggi, del 17 al 20 de enero de 2019
Panel 4 – Democracia participativa y deliberativa hacia una cogobernanza madura
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