En el marco del Seminario Internacional Online del Movimiento Político por la Unidad (MPPU) “Una política para la unidad y el cambio mundial: ideas, compromisos, contribuciones” que tuvo lugar los días 10 y 11 de diciembre de 2020, el Presidente del Centro Internacional hizo una introducción en la que se presentó el MPPU hoy. A continuación publicamos su intervención.

Mario Bruno, Presidente del Centro Internacional del MPPU

 

Estamos en un momento de cambio global. Nos enfrentamos a grandes retos globales.  A través de ustedes, ya veo la novedad que puede representar esta red planetaria de políticos, funcionarios, diplomáticos, académicos, ciudadanos, que incide en el pensamiento y en la acción política contemporánea. Se trata del Movimiento Político por la Unidad. 

Nació en 1996 y se ha hecho presente en Europa, América Latina, Asia, Oriente Medio, América del Norte; en todo el mundo. 

Está escrito en la Carta Fundamental, aprobada en 2016 por los Centros del Movimiento Político por la Unidad en nombre de quienes se adhieren a ella en todo el mundo, mediante un amplio proceso participativo, que el Movimiento Político por la Unidad es un laboratorio internacional de innovación política para: 

  • contribuir a un futuro que no vaya hacia una globalización desigual o uniforme, sino hacia un mundo unido por relaciones políticas que expresen la estima y el amor mutuos entre grupos sociales, entre ciudades, entre estados, entre pueblos. 
  • promover y defender los valores fundacionales de la persona y de los pueblos, privilegiando a los más débiles, implementando políticamente la fraternidad universal, apoyando políticas económicas basadas en el uso social de los bienes y en el repartimiento mundial de los recursos, en el respeto al medio ambiente y en caminos de justicia y libertad. 
  • apoyar estructuras institucionales que respondan a las dinámicas de unidad y distinción entre los distintos niveles de las comunidades políticas, y modelos de toma de decisiones plurales y relacionales, que tengan como base tanto redes sociales e institucionales vivas como procedimientos participativos continuos para sustanciar la democracia de cada pueblo. 

¿Qué caracteriza especialmente al Movimiento Político por la Unidad? La visión del mundo desde el uno, es decir, desde una perspectiva unitaria. ¿Pero cómo? La política parece ser el principal lugar de división, de oposición, de disputa, pero para nosotros, en cambio, los fines, los medios, los principios, tienen como característica esencial la unidad del mundo. Y entre nosotros.

Una unidad que no anula las distinciones, que vemos cada día, de todo tipo, al contrario, las potencia porque partiendo precisamente de la unidad que crea la igualdad, somos profundamente diferentes y profundamente iguales; una unidad que genera libertad porque nos hace capaces de ser nosotros mismos, como individuos, como pueblos, como instituciones.  Una unidad que se sustancia en la fraternidad. Una categoría política que nos haga capaces de cuidar de nuestra ciudad y de la ciudad de los demás de la misma manera, de nuestro partido y del partido de los demás, de nuestra patria y de la patria de los demás.  Chiara Lubich nos invitó a amar la patria de los demás como la nuestra, y como dijo en Stuttgart en 2004: “la más alta dignidad para la humanidad sería la de sentirse un solo pueblo, enriquecido por la diversidad de cada uno, y por ello guardián, en la unidad, de las diferentes identidades”. 

Para Igino Giordani, político y cofundador del Movimiento de los Focolares, “la unidad no es la reducción a una de la pluralidad de intereses, ideales y perspectivas políticas, sino la capacidad de captar las verdades universales constantes de la búsqueda del bien común con respecto a la contingencia de la división”. 

Pero, ¿puede este sujeto político, tan plural y planetario, portador de una cultura de la unidad, sustanciada en la fraternidad y basada en los valores más profundos de la humanidad, construir hoy el pensamiento y la innovación política para contribuir realmente a cuidar de la humanidad junto a todas las fuerzas que colaboran por el bien común en esta época de cambio global? 

Estamos llamados como políticos, y todos hacemos política al menos como ciudadanos activos, a aliviar en primer lugar el dolor del mundo.  Lo hacemos con muchas iniciativas concretas. Lo hacemos, de manera particular este año a través de una iniciativa mundial, nacida de los jóvenes, que lleva el nombre de dar a cuidar, atreverse a cuidar, es decir hacerse cargo en este momento de crisis, de los más frágiles, de las mismas instituciones frágiles, de nuestra ciudad con los nuevos pobres, de nuestros vecinos, de las organizaciones internacionales.  La formación, la acción, el compartir, representan el método de un camino que, habiendo identificado las necesidades de los territorios, propone iniciativas concretas de atención. Un camino que terminará en Bruselas el próximo mes de mayo, en el corazón de Europa, con la vista puesta en el mundo.  Hablaremos de ello largo y tendido. 

Aliviar el dolor del mundo siendo un motor de bienestar, de estar bien juntos a través de muchas iniciativas locales concretas, allí donde estamos, en nuestro barrio, en nuestra ciudad, y al mismo tiempo ofreciendo nuestra visión a la comunidad internacional. Esta es nuestra perspectiva.

La Presidenta de la Unión Europea, Ursula Van Der Leyen, en una carta del pasado mes de julio, en respuesta al Movimiento Político por la Unidad, animaba a trabajar conjuntamente para hacer frente al impacto de la pandemia del Covid 19 y a garantizar el apoyo a las ideas y la planificación también en la fase de construcción de la Conferencia sobre el Futuro de Europa,  aseguró que “el éxito, en el cambiante entorno geopolítico actual, dependerá de la adaptación a la situación cambiante en esta era de rápidos trastornos y crecientes desafíos, sin dejar de ser fieles a los valores” y, entre ellos, el de ser un gran corazón y no muchos corazones pequeños.  “Una verdadera alianza en la que la confianza mutua”, nos dijo la Presidente Van Der Leyen, “se convierte en una fuerza común. 

Damien Kattar, economista y ministro libanés, en una conferencia en la Unesco con motivo del aniversario del premio concedido a Chiara Lubich, invitó a “crear instrumentos y estructuras capaces de crear un intercambio, ya que los valores deben entrar cada vez más en la política internacional”. 

El Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, nos invitó a hacerlo el pasado mes de enero en Trento porque “todas las relaciones de la comunidad internacional -nos dijo- necesitan este sentido de la fraternidad y, al mismo tiempo, sus generosos intérpretes; porque sin fraternidad corremos el riesgo de quedar expuestos al dominio de los solos intereses”.  O por los miedos que surgen de los cambios. Y corremos el riesgo de no tener la fuerza para superar las desigualdades que crecen, para curar las fracturas sociales, para impedir la ley del más fuerte”. 

Al observar el mundo actual, nos damos cuenta de que la crisis sanitaria, económica, climática, alimentaria y social exige un cambio de ritmo, de pensamiento y de acción.  Nos lleva a intervenir para curar el mundo sobre todo de la incertidumbre, del miedo, de las desigualdades: entre los que pueden curarse y los que no por los efectos de una economía enferma y una sanidad desigual, por la nueva pobreza material, por la nueva pobreza cultural que impide la igualdad en el acceso a las escuelas y a las nuevas tecnologías, por las diferencias de raza y color de piel. 

La medicina para este mundo reside en una política innovadora y de mayor calidad, capaz de devolver el alma a las opciones, capaz de dar respuestas a todos sin distinciones. Capaz de mejorar las relaciones fraternas entre las personas y entre las instituciones que generan respuestas concretas a las necesidades.

Este es el método que queremos llevar a los partidos y entre los partidos, al releer juntos la vocación de amor, la historia y los objetivos de la acción política propia y ajena, en el auténtico amor por la ciudad, por la región, por el país, totalmente inmerso en la realidad local, pero en un horizonte global.

Lo hacemos privilegiando a los más desfavorecidos. Viviendo una economía basada en compartir los bienes: una cultura del dar. Para alimentar esta cultura desarrollamos escuelas para formar competencias en la política de la unidad que requieren respuestas auténticas a la llamada al compromiso político. 

No lo hacemos solos, sino favoreciendo el diálogo con las realidades sociales, económicas, culturales, sanitarias, educativas, de justicia y de comunicación, renovando el pacto de confianza que une a elegidos y votantes y dando un paso adelante hacia formas avanzadas de co-gobernanza (co-governance). 

Fadi Checadè, uno de los principales expertos en gobernanza digital global, miembro del Panel de Cooperación Digital creado por el Secretario General de la ONU, Guterres, invoca la necesidad de formas de gobernanza colaborativa, en la que “no sólo las instituciones políticas responsables de gobernar los procesos, sino también los actores colectivos, económicos y culturales, los grupos de ciudadanos, las categorías profesionales (…) Lo que la complejidad del sistema político requiere es una nueva gobernanza, una co-gobernanza, para conectar a los actores públicos y privados en la elaboración de políticas, tanto a nivel local como global”. 

El diálogo cura los conflictos que, en política, parecen inevitables; no sólo: genera formas de colaboración en la toma de decisiones de gobierno, de las que hablaremos durante estos días. 

Citando de nuevo al presidente italiano Mattarella en Trento: “el extremismo del diálogo vivido en la cultura de la confianza (de la que hablaba Maria Voce) son dos indicaciones preciosas, porque esto abre la condición humana y las interrelaciones, y cubre la insuficiencia de cada uno en el encuentro con los demás.  Los hombres y mujeres que tienen más valor son aquellos que son conscientes de la interdependencia mutua, que tienen la paciencia de construir y la previsión de mirar hacia adelante.  La construcción requiere capacidad de diálogo, respeto y sentido de los propios límites.  Tenemos que ser capaces de buscar las verdades presentes en los demás, incluso en aquellos que no piensan como nosotros”.

En estos dos días seremos un laboratorio de nuevas ideas para ser una respuesta concreta a las necesidades de la humanidad.  

El Movimiento Político por la Unidad somos nosotros hoy que experimentamos la diversidad, la internacionalidad, la parcialidad quizás, pero también la unidad de la que Chiara Lubich, con el carisma que encarnó, nos hace testigos y continuadores en un clima de fraternidad que inspirará y dará contenido a nuestro trabajo. 

Buen seminario.